miércoles, 15 de diciembre de 2010

NUESTRA VERDADERA NATURALEZA


Podemos cometer innumerables actos negativos, pero eso no significa que seamos malos. Podemos acumular incontables actos positivos, pero eso no significa que seamos buenos. Podemos ejecutar todo tipo de acciones, representar toda clase de papeles, desempeñar todo tipo de funciones, pero eso no quiere decir que seamos una cosa u otra de manera intrínseca y permanente. Por supuesto, cuantos más actos de un tipo u otro repitamos, más creeremos que somos de una u otra manera y con más fuerza nos asignaremos una etiqueta, un adjetivo que nos permita ordenar aparentemente el caos en que se desarrolla nuestra vida.

En realidad, no somos nada que se pueda fijar en una norma inalterable. No somos nada que pueda asirse definitivamente. Tampoco tenemos ningún conocimiento infalible, sino que todo conocimiento es susceptible de múltiples interpretaciones, puntos de vista y cambios de paradigma. El mundo del pasado es una creación mental, el presente es inasible mientras que el futuro sólo es una quimera. Nuestras emociones y nuestros pensamientos también cambian de instante en instante, día a día, de semana en semana. La persona que amamos hoy es odiada mañana y viceversa. Nuestras creencias son débiles y nuestra fe —si es que tenemos alguna— una herencia inestable recibida de nuestros antepasados. Por tanto, no parece demasiado aconsejable confiar en el conocimiento, en el pasado, en las emociones, ni en los pensamientos.

No podemos asignar un término definitivo a nuestras sensaciones, emociones y estados de ánimo, puesto que cambian como las nubes en el cielo y lo que ahora nos parece felicidad, luego se transforma en dolor. Si observamos bien, podemos percibir cómo en el disfrute reside la semilla del nuevo deseo y que el mismo deseo lleva implícito, en la misma excitación que genera, algo de gozo y disfrute. No, las cosas no son nada en sí mismas, sino que carecen de toda consistencia. El placer es inseparable del sufrimiento, el gozo va unido al deseo, mientras que la ignorancia es lo que debemos conocer a toda costa.

Si no percibimos la verdadera naturaleza de las cosas y de nosotros mismos es porque hemos recibido una información incorrecta al respecto. En realidad, cualquier clase de información es incorrecta porque no podemos conocer las cosas ni a nosotros mismos a través de la información o del conocimiento dual. ¿Qué es el conocimiento dual? Un conocimiento que escinde al conocedor de lo conocido. El conocedor sólo puede conocer distanciándose de lo conocido.

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