miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA TRISTEZA

Yamantaka uno de los Dioses Protectores

Nos encontramos en unos días donde la felicidad espontanea o fingida debe de instalarse en nuestros actos cotidianos, por ley divina o por imponderables sociales; en general, gracias al premeditado y manipulador entorno, lo tenemos bastante fácil, luces, música, azúcar, regalos, chocolate y alcohol, nos tendrán bien alejados de la cruel melancolía; pero el corazón esconde pasiones que la razón desconoce y cual avispado mozalbete o inoportuna resaca, es muy probable que tengamos que soportar algún estallido de lucidez transitoria, en forma de tristeza, nada que no se olvide con un buen trago.


Al igual que en el Budismo el orgullo no conlleva en si demasiadas cualidades positivas, o muchas menos de las que nosotros le otorgamos; también en la tristeza, se esconde un punto de vista bien distante al que acostumbramos a darle por estos lares.

Desde el punto de vista del Dharma, renacer en el reino de los humanos, uno de los 6 reinos posibles, es el más conveniente, incluso más que el reino de los dioses, y es que en el reino humano, según los sutras, tienes la capacidad, el tiempo y las condiciones para estar triste; la tristeza es una de las riquezas más valoradas y sublimes que debe tener una persona espiritual.

Si analizamos profundamente la tristeza, nos aparecerá cual ancla que nos ata al presente, cuando nuestros gastados recuerdos y nuestros absurdos proyectos se van al traste, aparece; algo salió mal y no se cumple nuestro proyecto de existencia; alguien me está defraudando, yo que tanto confiaba en él, mi equipo no gana y encima no me toca la lotería. Ese momento de introspección es el que deberíamos de aprovechar para bucear en esos sentimientos que nos pueden dar las llaves para un avance espiritual; hagámosla nuestra aliada, agradezcamos a la tristeza esa oportunidad para el crecimiento y aprovechémosla en el caso muy probable de que intente estos días instalarse entre nuestros objetivos y la realidad. Sentémonos en silencio y descubramos su gran poder.

OM MANI PADME HUM / FELICES FIESTAS

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