¿VISIÓN NITIDA O ENFOQUE INADECUADO?
Resulta curioso leer los consejos de los padres occidentales de la medicina natural para mantener la salud visual: recomiendan distribuir las actividades durante el día de manera que al oscurecer evitemos usar la luz eléctrica (o pantallas ordenador) y forzar los ojos. Algo obvio por otra parte si ya sufrimos alguna dolencia ocular.
Estamos tan sumergidos en una atmósfera artificial que ya no prestamos oídos a la naturaleza para aprender el ritmo natural de las cosas. Si nos privamos de la regeneración que se inicia con el crepúsculo, las lesiones se cronificaran y nuestra querida industria farmacéutica incrementara sus activos en bolsa. Ya sabes la bolsa o la vida.
Los próceres de la sabiduría oriental por su lado, nos advierten de la relación que existe entre los ojos y el hígado, llegando a afirmar que en el cuerpo se deben observar el tejido ocular y las uñas de los pies para conocer el estado de salud del hígado (entonces no existían resonancias magnéticas y si mucha experiencia en la observación); de lo que se deduce que tendríamos que empezar reduciéndole las tareas de desintoxicación sanguínea a un órgano congestionado que nos hace saber de su desequilibrio a través de una visión borrosa como poco.
Y desde el otro lado del Atlántico, Eric Rolf dedico las ultimas decenas del siglo pasado a detallarnos las relaciones existentes entre cuerpo y mente, llegando a afirmar que el ojo derecho esta relacionado con las emociones que surgen de nuestra integración en el mundo, el “ego externo”; mientras que el ojo izquierdo y sus patologías nos indican las dificultades que el sujeto tiene en ver el mundo interior, o como se ve a sí mismo.
Hasta aquí, nuestro recorrido en busca de conocimiento nos deja algunos paradigmas a cuestionar. Saber si son o no correctos solo dependerá del amor que le tengamos a nuestro cuerpo.
En los últimos años de consulta como naturopata y homeópata he podido asistir a la regeneración de la función ocular, en patologías que ya vinieron crónicas y de larga data. Y el mérito siempre fue del paciente y de la naturaleza que nos ofrece con generosidad: - Antiinflamatorios y antiedematosos capilares, como los Arandanos y el Castaño de indias (Aesculaforce) entre otros. -Drenadores hepáticos, como el Cardo mariano, el Diente de León. -Reguladores electro magnéticos de las funciones orgánicas como lo son los remedios homeopáticos, entre los que cabe destacar para mejorar esa relación entre hígado y ojos a Chelidonium majus o a Phosphorus o una larga lista de cepas que son específicamente reguladoras para una alteración concreta, por citar algunas: Eufrasia (para el lagrimeo de una conjuntivitis o infección), Natrum muriaticum que consigue detener la evolución de una catarata en su inicio, Prunus spinosa que elimina el dolor y ha resuelto casos de esclerosis y coroiditis posterior, o la muy efectiva secuencia para eliminar el estrabismo infantil de Cina, Agaricus y Spigelia. Si bien es cierto que en homeopatía los mejores resultados vienen de una individualización del tratamiento con la selección del remedio “símil” a la constitución física y mental del sujeto.
Durante mucho tiempo me afane en recopilar los más efectivos remedios que permitieran a las células propiciar su correcta regeneración y si, encontré y comprobé la bondad de muchos de ellos; pero (siempre hay un pero) por otro lado, descubrí en el proceso, que el fármaco por excelencia siempre lo fabrica el cuerpo.
Y para lograrlo son necesarios pocos elementos y mucha constancia: un zafu, y algunos
minutos diarios dedicados a permitir que el potencial mental se invierta y se dirija al cuerpo, a través del milenario arte de la respiración consciente.
La objeción obvia de la mente frente al reto de desconectarse de su actividad preferida suele ser “no tengo tiempo”, a lo que una maestra amiga de danza posiblemente citara a su maestro egipcio que afirmaba “la lentitud en el movimiento hace al espacio infinito….” Siempre es como mínimo doloroso soltar el cetro, y el continuum mental habitual suele girar alrededor de problemas y temores alimentados desde todos los frentes, olvidando aquella sabiduría que en la infancia afloraba de forma natural cada vez que nos quedábamos “absortos” y en observación frente al milagro de la vida.
Una paciente desahuciada tras muchos años y varios Kg. de papel (placas, electros, analíticas, diagnósticos de todos los especialistas, pues no dejo a ninguno sin consultar…) se quejaba de lo difícil que era detener el flujo de pensamientos y prestar atención únicamente a una cosa: la respiración. Su necesidad de salud fue tan autentica que dándose un tiempo prudente para insistir y poder ver resultados, se permito cruzar la orilla, iniciándose en la experiencia de serenidad y gozo que la esperaba al otro lado.
Y en este contexto ahora entiendo la inestimable ayuda de plantas y remedios como esa muleta que necesitamos hasta recuperar la fuerza y capacidad de funciones óptimas en el organismo, muleta que podrán abandonar todos los que entiendan y elijan entre las dos posturas, ser victima o creador de nuestras experiencias.
Algunos sabios establecen la duración de la conciencia humana en los mismos términos que posee el universo, siempre que la compasión sea el motor que propulse todos nuestros actos (o descenderíamos en la escala a nivel de animales). Así entiendo que recuperarnos de una patología puede llevarnos varias vidas, según este paradigma.
Sea o no cierto, ahora y aquí podremos comprobar en un plazo breve (algunos meses viene siendo suficiente), si el cambio de dirección en nuestro enfoque mental; nos permite disfrutar de la luz hecha paisaje, aroma, alimento… gozo de vivir en suma.
Carmen Andrés de Miguel. (carmenyoga@terra.es)
Homeópata Unicista.
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