La mafia médica” es el título del libro que le costó a la doctora Ghislaine Lanctot su expulsión del colegio de médicos y la retirada de su licencia para ejercer medicina. Se trata probablemente de la denuncia publicada más completa, integral, explícita y clara del papel que juega a nivel mundial el complejo formado por el Sistema Sanitario y las industria farmacéutica.
Además de tratar sobre la verdadera naturaleza de las enfermedades, explica cómo las grandes empresas farmacéuticas controlan no sólo la investigación sino también la docencia médica, y cómo se ha creado un Sistema Sanitario basado en la enfermedad en lugar de en la salud, que cronifica enfermedades y mantiene a los ciudadanos ignorantes y dependientes de él.
El libro es pura artillería pesada contra todos los miedos y mentiras que destrozan nuestra salud y nuestra capacidad de autorregulación natural, volviéndonos manipulables y completamente dependientes del sistema.
A continuación, un pequeño extracto de la entrevista a la autora que realizó Laura Jimeno Muñoz para Discovery Salud.
La Medicina está hoy controlada por los seguros -públicos o privados, da igual- porque en cuanto alguien tiene un seguro pierde el control sobre el tipo de medicina al que accede. Ya no puede elegir. Es más, los seguros determinan incluso el precio de cada tratamiento y las terapias que se van a practicar.
Es el dinero quien controla totalmente la Medicina. Y lo único que de verdad interesa a quienes manejan este negocio es ganar dinero. ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma … porque las personas sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación … pero nunca fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no interesa.
La medicina actual está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y compre fármacos; si es posible, toda la vida. Se trata de un sistema que mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se estimula para que consuma fármacos de todo tipo.
La medicina científica está enormemente limitada porque se basa en la física materialista de Newton: tal efecto obedece a tal causa. Y, por ende, tal síntoma precede a tal enfermedad y requiere tal tratamiento. Se trata de una medicina que además sólo reconoce lo que se ve, se toca o se mide y niega toda conexión entre las emociones, el pensamiento, la conciencia y el estado de salud del físico. Y cuando se la importuna con algún problema de ese tipo le cuelga la etiqueta de ´enfermedad psicosomática´ al paciente y le envía a casa tras recetarle pastillas para los nervios.
El verdadero médico es uno mismo. Y cuando uno es consciente de su soberanía sobre la salud deja de necesitar terapeutas. El enfermo es el único que puede curarse. Nadie puede hacerlo en su lugar. La autosanación es la única medicina que cura. La cuestión es que el sistema trabaja para que olvidemos nuestra condición de seres soberanos y nos convirtamos en seres sumisos y dependientes. En nuestras manos está, pues, romper esa esclavitud.
La OMS es la organización que establece, en nombre de la salud, la ´política de enfermedad´ en todos los países. Todo el mundo tiene que obedecer ciegamente las directrices de la OMS. No hay escapatoria. De hecho, desde 1977, con la Declaración de Alma Ata, nadie puede escapar de su control.
Fuente: http://holismoplanetario.wordpress.com
lunes, 25 de abril de 2011
miércoles, 13 de abril de 2011
EL SESAMO
El sésamo (Sesamum Indicum) es una planta originaria de la India y de África. Son típicas de muchos platos orientales y ya es muy popular entre nosotros. Se usan las semillas y se comercializan crudas (mucho mejor) o tostadas y las hay blancas, doradas o negras
A nivel de vitaminas, el sésamo posee dos del complejo B (B1 o tiamina y B2 o riboflavina), en cantidad mucho más elevada que cualquier otra semilla oleaginosa. También aporta buena cantidad de vitamina E (tocoferol), que es antioxidante y responsable de los siguientes procesos orgánicos: retardar el envejecimiento, reducir la tasa de colesterol, eliminar los metales tóxicos, mantener el tono muscular y nervioso, la fertilidad, la virilidad y el índice de coagulación. Además el sésamo posee vitaminas B3, B5, B6, K, ácido fólico, biotina, inositol y colina.
En minerales es donde el sésamo se destaca, sobre todo por su alto contenido de calcio biodisponible, 670 mg. por 100 gr. de sésamo crudo, superior a cualquier alimento natural, ciertas variedades superan los 1.100mg, contra los 120mg de la leche. Pero la relevancia del sésamo respecto a los lácteos, es que también contenga los minerales necesarios para que ese contenido de calcio pueda ser fácilmente asimilado por el organismo; nos referimos al magnesio, el fósforo, el silicio, el cinc, el cobre y el boro. Además el sésamo posee la mayoría de los demás nutrientes sinérgicos al calcio: ácidos grasos esenciales, vitaminas y aminoácidos. También posee cantidades importantes de potasio, hierro, selenio, yodo y cromo. Es sumamente recomendable en una alimentación vegetariana.
Se recomienda su uso de las semillas trituradas pues la asimilación de los nutrientes es mucho mayor; para ello podemos hacer nuestro propio “gomasio” que no es ni más ni menos que el sésamo crudo, ligeramente tostado en una sartén a fuego muy lento y sin aceite al que añadiremos una cucharada de sal marina, para a continuación triturar con una batidora; lo usaremos en sustitución de la sal.
También encontramos en el mercado aceite de sésamo, al adquirirlo hay que comprobar que sea de extracción mecánica en frio, pues el excesiva temperatura a la que se somete el refinado hacen que carezca de parte de sus múltiples propiedades.
Otra forma de usarlo es el “tahin” o crema de sésamo, que es muy fácil de hacer y mucho mejor y más barata que la versión comercial; para hacerlo, prepararemos el gomasio y sin sacar del vaso de la batidora, añadiremos poco a poco aceite de semillas, bien de girasol o soja y trituramos hasta formar una crema; deliciosa para untar o para preparar el famoso “hummus”.
Hummus, (crema de garbanzos); chafar o batir garbanzos previamente cocidos, a los que añadiremos un buen chorro de aceite de oliva, dos dientes de ajo machacados, tahin al gusto y un chorrito de zumo de limón. Batirlo hasta formar una pasta cremosa.También admite el comino molido, el yogurt para hacerlo más cremoso y se puede decorar con pimentón rojo.
A nivel de vitaminas, el sésamo posee dos del complejo B (B1 o tiamina y B2 o riboflavina), en cantidad mucho más elevada que cualquier otra semilla oleaginosa. También aporta buena cantidad de vitamina E (tocoferol), que es antioxidante y responsable de los siguientes procesos orgánicos: retardar el envejecimiento, reducir la tasa de colesterol, eliminar los metales tóxicos, mantener el tono muscular y nervioso, la fertilidad, la virilidad y el índice de coagulación. Además el sésamo posee vitaminas B3, B5, B6, K, ácido fólico, biotina, inositol y colina.
En minerales es donde el sésamo se destaca, sobre todo por su alto contenido de calcio biodisponible, 670 mg. por 100 gr. de sésamo crudo, superior a cualquier alimento natural, ciertas variedades superan los 1.100mg, contra los 120mg de la leche. Pero la relevancia del sésamo respecto a los lácteos, es que también contenga los minerales necesarios para que ese contenido de calcio pueda ser fácilmente asimilado por el organismo; nos referimos al magnesio, el fósforo, el silicio, el cinc, el cobre y el boro. Además el sésamo posee la mayoría de los demás nutrientes sinérgicos al calcio: ácidos grasos esenciales, vitaminas y aminoácidos. También posee cantidades importantes de potasio, hierro, selenio, yodo y cromo. Es sumamente recomendable en una alimentación vegetariana.
Se recomienda su uso de las semillas trituradas pues la asimilación de los nutrientes es mucho mayor; para ello podemos hacer nuestro propio “gomasio” que no es ni más ni menos que el sésamo crudo, ligeramente tostado en una sartén a fuego muy lento y sin aceite al que añadiremos una cucharada de sal marina, para a continuación triturar con una batidora; lo usaremos en sustitución de la sal.
También encontramos en el mercado aceite de sésamo, al adquirirlo hay que comprobar que sea de extracción mecánica en frio, pues el excesiva temperatura a la que se somete el refinado hacen que carezca de parte de sus múltiples propiedades.
Otra forma de usarlo es el “tahin” o crema de sésamo, que es muy fácil de hacer y mucho mejor y más barata que la versión comercial; para hacerlo, prepararemos el gomasio y sin sacar del vaso de la batidora, añadiremos poco a poco aceite de semillas, bien de girasol o soja y trituramos hasta formar una crema; deliciosa para untar o para preparar el famoso “hummus”.
Hummus, (crema de garbanzos); chafar o batir garbanzos previamente cocidos, a los que añadiremos un buen chorro de aceite de oliva, dos dientes de ajo machacados, tahin al gusto y un chorrito de zumo de limón. Batirlo hasta formar una pasta cremosa.También admite el comino molido, el yogurt para hacerlo más cremoso y se puede decorar con pimentón rojo.
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