jueves, 26 de enero de 2012
NO HAY NADA CONSTANTE
Todo muere salvo el cambio. No te resistas al cambio. El cambio te introduce en una corriente de transformación y transmutación que permite al Espíritu fecundarte.
El cambio es fuerza transmutadora. No temas el caos, pues es la matriz del cambio. No temas el mal, ni la sombra pues son reveladores de la luz. No temas la noche, pues sin ella no podrías reconocer los infinitos soles que la habitan. Cuando aceptamos las transformaciones y las transmutaciones en la vida, cuando no nos resistimos a cambiar, podemos ascender en la savia de la evolución, florecer y dar nuestro fruto.
La felicidad parte de la atención y la atención es el uso fundamental de la conciencia. Cuando estás atento te centras. Cuando estás atento eres dueño de ti mismo, de tu propio potencial. Cuando estás atento generas un láser con tu propia conciencia y en esta conciencia habitas y tienes el movimiento, la vida y el ser. Cuando estás atento construyes un espacio interior pequeñito que te conecta con el infinito. Cuando estás atento construyes el instante y en ese instante eres eterno. Cuando estás atento te reconoces a ti mismo y vuelves a nacer de ti mismo y eres el parto y el partero, eres el Creador, porque naces de ti y regresas a tu conciencia.
La atención es el momento más importante de la conciencia, es el momento de la creación en el que descubrimos el presente, es el tiempo de la sincronicidad, el tiempo de la resonancia. Uno nace de su propia muerte. Uno nace al presente por la renuncia al pasado, al deshipotecar la vida de los condicionamientos del pasado. Tenemos la vida hipotecada con las expectativas hacia el porvenir y entonces nos perdemos el lugar de la vida que es este instante. Este instante es sagrado porque en este instante vive el ser. Allí no hay tener, allí no hay placer, allí solamente bulle el ser y ese ser es lo que somos: potencial infinito que nos habita, Dios tan inmanente como trascendente… Ese Dios Universal se interioriza en nosotros y convierte la vida en algo mágico. Ese Dios nos humaniza y nos redime. Ese Dios permite que el reino mineral cante y baile y que el reino vegetal florezca y que el reino animal pueda sentir. Ese Dios permite que el ser humano tenga las alas del pensamiento y desde las alas del pensamiento restaure la intuición, la visión de la totalidad. Desde esa visión de la totalidad nos unimos de nuevo en el maravilloso Camino de Regreso al Creador.
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