Nuestros queridos vehículos de cuatro ruedas, cada vez vienen equipados con más gadgets, tecnología de última hora, que deberían regalar los concesionarios, pues nos convierten en carne de taller irremediablemente y son un acceso directo a nuestra tarjeta bancaria.
Conexiones inalámbricas, detectores de lluvia, de aparcamiento, start-stop, cambio automático, detector de presencia, antisalidas de via; cerraduras por huella digital, control de velocidad, etc., hacen de estos vehículos unos compañeros de viaje a los que solo les falta hablar.
El mío tiene más de12 años, no posee ninguno de estos artilugios y sin embargo ya habla, no es un caso inexplicable, ni tan siquiera extraño, casi diría que todos ellos hablan; como en el caso de el dialogo entre humanos, la premisa básica es querer escucharlos; acercarse con delicadeza, abrir sigilosamente la puerta, entrar de puntillas, sentarse y sin arrancar el motor, quedarse quietecito y en silencio el tiempo que haga falta, hay algunos que tardan 15 minutos, otros un par de horas; a algunos les cuesta romper el hielo, necesitaras varias intentonas y varios días, pero al final hablan, vaya que si hablan.
Entre el mío y yo, puede hablarse ya de amistad, yo le agradezco su puntualidad y sacrificio, a la de sitios hermosos que me ha llevado, cada día al trabajo sin rechistar, a ver a los amigos, me ha esperado pacientemente en los parkings de hospitales y aeropuertos, me ha protegido del viento, la lluvia, el granizo, incluso en alguna frenada brusca ha hecho que el derrapaje fuera en la dirección correcta para no colisionar; le he pedido perdón por que algunas veces lo abandono por la otra, la motocicleta, y me dice que sin problemas, que él no es celoso; vamos es que lo tiene todo.
El me cuenta que la edad no perdona, que ya tiene algún achaque, pero que cada puesta a punto, cambio de ruedas o lavado, recobra nuevas energías; los rasguños en la chapa que no le he reparado, no me los echa en cara y me dice que no me preocupe, que los considera un tunning , que le aporta personalidad; su deseo es seguir conmigo algunos años más y hemos llegado a un pacto de caballeros; por muchos modelos más rápidos, lujosos o atractivos que inunden el mercado, de el saldrá la iniciativa de jubilarse; según él, en su nacimiento y gracias a unos amigos, se libró de la obsolescencia programada y está encantado de hacerles un corte de mangas a los especialistas del marketing.
A la porra, dice, boicot, boicot, boicot. . . y es que es un rebelde con causa.
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