¿SUPERPODERES?
Buenooooo . . . ., la verdad es que no se como empezar, ni si estais preparados para escuchar lo que no puedo ocultar más, y no es que soy gay.
Como sabéis, soy un tipo medio, del montón, no destaco en nada concreto y se me podria confundir con cualquiera de los otros muchos “Martinez” que nos rodean; pero. . .por fin descubro algo que me aleja de la vulgaridad, de la mediocridad, de la ramplonería y es que tengo “poderes”; no, no doblo cucharillas, ni aguanto un mes bajo el agua; en plena era de la “comunicación”, mis poderes son precisamente eso, que me “comunico”; nada especial diréis; pues bien lo realmente milagroso es que es gratis, sin operador ni tarifa plana y además no es ni a fijo ni a móviles, sino con “el otro lado”; el lado de los que su voz ya se apagó, pero todavía pululan sus mensajes en el suave aire de la mañana, encriptados y errantes a la espera de que algún oído sea capaz de descifrar sus contenidos, y mira por donde ese oído, soy yo.
La otra tarde me senté en Villar de Olmos, sobre una piedra que hay junto a la casa y la piedra me poseyó; deje de ser yo, para ser mi bisabuelo Ildefonso; el me hablaba a mi y yo me hablaba a mi mismo y a el, pero misteriosamente no nos liábamos, el dialogo con Ildefonso, que también era yo, era fluido, cuando el me hablaba, yo permanecía en silencio, y cuando el hacia un alto, yo, le contestaba.
Me contó que ya de muy mayor, se sentó sobre esta misma piedra, adoptando la misma posición que ahora yo tenia y pasaba largas horas observando casi el mismo paisaje que yo podía ver , el camino que venia de Requena y partía hacia Villar de Tejas, el camino de Las Nogueras y el pico Peralcoy que orgulloso, presidia desde “siempre” las cuatro casas de la aldea.
Me dijo, que había nacido en 1860 y que a sus 76 años, no comprendía como algunos de sus vecinos habían tenido que marchar a la guerra.
Esa tarde de verano, recordó a sus padres, Cristóbal y Melchora, a sus abuelos Bartolomé y Agustina; recordó los esfuerzos que tuvieron que hacer para sacarle adelante a el y a sus ocho hermanos, en esas tan poco productivas tierras; aquí nací y aquí moriré, decía, sin conocer mas horizonte que este cielo azul, culminaré mi camino que mis cinco hijos continuaran, pues la pobre Lidia y Constantina se las llevó el cólera bien pequeñas; Fausto, Paulino, Valentina, Francisca y Aurelia, serán quienes mejoren las terribles condiciones que aquí tuvimos; quizás marchen al Rebollar o a Requena en busca de nuevos horizontes, en busca de estabilidad y cobijo para ellos y sus descendientes y quizá algún día no tengan que ir constantemente al pozo a por agua, al lavadero a lavar cada día, sarmentar un helado mes de enero, ni marchar a por leña para el fuego y piedras para construir la casa; quizá algún dia mis descendientes, con trabajo y amor como les enseñe a los míos, consigan esa vida que yo tanto anhelo para ellos.
No sabes Ildefonso, le dije, cuanto cambio ha de venir: esta paz, este silencio y este aire puro, nos dejarán para siempre; tras decenas de generaciones, dejaremos de ir al pozo a por agua, al lavadero y de encender candiles; no habrá establos ni cochineras, ni trabajos penosos para nuestros huesos, y nuestras manos, serán finas y delicadas como las del señorito. Pero. .andaremos presurosos de un lado a otro sin descanso y artilugios diversos robaran este silencio que durante siglos nos pertenecía y hasta los lobos y gorriotes, huirán del acecho de las maquinas.
¡Odo!, dijo Ildefonso, pues no se que será mejor, pues aquí con la cosecha, el gorrino y cuatro patatas “asas”a la lumbre, vamos tirando y no nos falta de “na”.
Así devino nuestra plática hasta el ocaso en que el helado asiento me hizo levantarme, quizás algo mareado, e intentar reconocer de nuevo el entorno que antaño recorrieron nuestros ancestros, con los ojos empañados y algo húmedos.
También me dijo, que cualquiera de vosotros, puede contactar con el; es muy fácil, solo hace falta algo de silencio y una piedra, vuestro ADN, se encargará del resto. ¡Ah! Se me olvidaba, aunque el bisabuelo no era demasiado cristiano que digamos, me encargó que os deseara de parte de “ellos”, que sois “vosotros mismos”, unas felices fiestas, repletas de felicidad y algo de “memoria”.
texto y foto: Jose Luis Rubio (biznieto)
Buenooooo . . . ., la verdad es que no se como empezar, ni si estais preparados para escuchar lo que no puedo ocultar más, y no es que soy gay.
Como sabéis, soy un tipo medio, del montón, no destaco en nada concreto y se me podria confundir con cualquiera de los otros muchos “Martinez” que nos rodean; pero. . .por fin descubro algo que me aleja de la vulgaridad, de la mediocridad, de la ramplonería y es que tengo “poderes”; no, no doblo cucharillas, ni aguanto un mes bajo el agua; en plena era de la “comunicación”, mis poderes son precisamente eso, que me “comunico”; nada especial diréis; pues bien lo realmente milagroso es que es gratis, sin operador ni tarifa plana y además no es ni a fijo ni a móviles, sino con “el otro lado”; el lado de los que su voz ya se apagó, pero todavía pululan sus mensajes en el suave aire de la mañana, encriptados y errantes a la espera de que algún oído sea capaz de descifrar sus contenidos, y mira por donde ese oído, soy yo.
La otra tarde me senté en Villar de Olmos, sobre una piedra que hay junto a la casa y la piedra me poseyó; deje de ser yo, para ser mi bisabuelo Ildefonso; el me hablaba a mi y yo me hablaba a mi mismo y a el, pero misteriosamente no nos liábamos, el dialogo con Ildefonso, que también era yo, era fluido, cuando el me hablaba, yo permanecía en silencio, y cuando el hacia un alto, yo, le contestaba.
Me contó que ya de muy mayor, se sentó sobre esta misma piedra, adoptando la misma posición que ahora yo tenia y pasaba largas horas observando casi el mismo paisaje que yo podía ver , el camino que venia de Requena y partía hacia Villar de Tejas, el camino de Las Nogueras y el pico Peralcoy que orgulloso, presidia desde “siempre” las cuatro casas de la aldea.
Me dijo, que había nacido en 1860 y que a sus 76 años, no comprendía como algunos de sus vecinos habían tenido que marchar a la guerra.
Esa tarde de verano, recordó a sus padres, Cristóbal y Melchora, a sus abuelos Bartolomé y Agustina; recordó los esfuerzos que tuvieron que hacer para sacarle adelante a el y a sus ocho hermanos, en esas tan poco productivas tierras; aquí nací y aquí moriré, decía, sin conocer mas horizonte que este cielo azul, culminaré mi camino que mis cinco hijos continuaran, pues la pobre Lidia y Constantina se las llevó el cólera bien pequeñas; Fausto, Paulino, Valentina, Francisca y Aurelia, serán quienes mejoren las terribles condiciones que aquí tuvimos; quizás marchen al Rebollar o a Requena en busca de nuevos horizontes, en busca de estabilidad y cobijo para ellos y sus descendientes y quizá algún día no tengan que ir constantemente al pozo a por agua, al lavadero a lavar cada día, sarmentar un helado mes de enero, ni marchar a por leña para el fuego y piedras para construir la casa; quizá algún dia mis descendientes, con trabajo y amor como les enseñe a los míos, consigan esa vida que yo tanto anhelo para ellos.
No sabes Ildefonso, le dije, cuanto cambio ha de venir: esta paz, este silencio y este aire puro, nos dejarán para siempre; tras decenas de generaciones, dejaremos de ir al pozo a por agua, al lavadero y de encender candiles; no habrá establos ni cochineras, ni trabajos penosos para nuestros huesos, y nuestras manos, serán finas y delicadas como las del señorito. Pero. .andaremos presurosos de un lado a otro sin descanso y artilugios diversos robaran este silencio que durante siglos nos pertenecía y hasta los lobos y gorriotes, huirán del acecho de las maquinas.
¡Odo!, dijo Ildefonso, pues no se que será mejor, pues aquí con la cosecha, el gorrino y cuatro patatas “asas”a la lumbre, vamos tirando y no nos falta de “na”.
Así devino nuestra plática hasta el ocaso en que el helado asiento me hizo levantarme, quizás algo mareado, e intentar reconocer de nuevo el entorno que antaño recorrieron nuestros ancestros, con los ojos empañados y algo húmedos.
También me dijo, que cualquiera de vosotros, puede contactar con el; es muy fácil, solo hace falta algo de silencio y una piedra, vuestro ADN, se encargará del resto. ¡Ah! Se me olvidaba, aunque el bisabuelo no era demasiado cristiano que digamos, me encargó que os deseara de parte de “ellos”, que sois “vosotros mismos”, unas felices fiestas, repletas de felicidad y algo de “memoria”.
texto y foto: Jose Luis Rubio (biznieto)
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