viernes, 30 de septiembre de 2011

EL HIGOCHUMBO


Hace ya unos cuantos años, pase una corta temporada con un amigo algo vagabundo, iba de un lado a otro andando o en bicicletas donadas, alimentándose de los frutos que encontraba a su paso y de la generosidad de los amigos a los que frecuentaba ; se instaló en una masia de las faldas del Peñagolosa y me invitó a visitarlo, al estar rodeado de montaña su alimento y el mío por esos días fueron únicamente los olvidados y ninguneados higos chumbos, que crecían por doquier; desde entonces siento especial atracción por ellos, también como no, por ser el hermano bastardo del dulzón y comercial higo de higuera. Hay muchas variedades, pero en general tienen un sabor suave indefinido entre fresa y plátano, con bastantes semillas que se pueden tragar fácilmente.


Los higos cumbos o Nopal (Opuntia ficus-indica) pertenece a la familia de las Cactáceas; son originarios de México, se han encontrado restos de su consumo humano de hace 9.000 años; entraron de América por el sur de España, para después colonizar el resto y pasar al norte africano con la expulsión de los moriscos, Las propiedades antiescorbúticas atribuidas al higo chumbo harían que, durante los viajes de la armada española en el siglo XVIII, fuera uno de los alimentos indispensables en sus bodegas; en el pasado siglo todavía eran transportados en serones sobre burros o mulos, para ser vendidos de manera ambulante desde mediados de agosto hasta la entrada del otoño.

Con respecto a sus propiedades, el higo chumbo está compuesto en su mayor parte de agua, aportando además 65 calorías aproximadamente por cada 100 gr. Se trata de un fruto rico en vitaminas, destacando el beta caroteno (vitamina A), niacina o vitamina B3, tiamina o B1, riboflavina o B2 y ácido ascórbico. Entre los minerales significativos se encuentran calcio, potasio y fósforo. Ricos en principio activos, están siendo “redescubiertos” para la medicina natural y para la nueva cocina, y ya son consumidos en elaboraciones muy diversas: pulpa, zumos, gelatinas, flanes, compotas, etc. Mientras ningún cocinero los popularice para algún plato de diseño, los habrá en abundancia, pasando inadvertidos antes los recolectores de setas o espárragos, que no tienen espinas.

Estos días llevo en mi mochila unos guantes de robustos y una bolsa de lona para meterlos; hay que tener cuidado para quitarles las finas espinas que lo protegen; yo en casa los pongo a remojar en un bol y luego los seco con un paño o papel de periódico y quedan listos para manipularlos. Aunque me gustan frescos, partidos por la mitad y con una cucharilla, o en macedonia, podéis ver en la red mil formas de prepararlos. Os dejo la receta de la mermelada que es lo más usual, y base de múltiples variantes.


MERMELADA DE HIGOS CHUMBOS

1kg. de chumbos limpios de piel y pepitas, 400 gr. de azúcar, 1 limón exprimido y su piel cortada a tiritas y una cucharadita de jengibre en polvo o rallado.

PREPARACIÖN

Pelamos los chumbos, los troceamos y pasamos por un pasapurés, añadimos el zumo y la piel del limón. Ponemos la pulpa de los chumbos en un cazo, añadimos el zumo, el azúcar y el jengibre. Llevamos a ebullición y mantenemos a fuego medio durante 30 minutos removiendo de cuando con una cuchara de madera. Ponemos en un tarro hermético y dejamos enfriar a temperatura ambiente. Para conservarla cocer el tarro tapado al baño maría 20 minutos.

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